Así, la causa sigue avanzando con el repaso del sinnúmero de elementos probatorios consignados en la fase de instrucción. Hoy, con 17 acusados en la sala, fue el turno del vicealmirante y ex canciller de la dictadura Oscar Montes. Se relataron los crímenes y tropelías perpetrados por Montes al mando del grupo de tareas de la Armada, muchos detallados en la causa contra los ex comandantes.
Hedor, picana, llantos y quejidos, esto se sentía adentro de la ESMA. Uno tras otro, los testimonios recogidos en los primeros ochenta por la Conadep pintaron el infierno que se padecía allí. Traslados de prisioneros de un sótano a otro en baúles de autos sin identificación. Un balde para las necesidades fisiológicas de decenas de detenidos-desaparecidos. Dos vasos de mate cocido y dos pedazos de pan duro era la dieta diaria. Se narró el tormento de un preso engrillado y encapuchado al que además le adosaron una bala de cañón de 25 kilos como castigo por “no dar información”.
Inmutables, los acusados escuchan la lectura del secretario del TOF Nº 5 como si no se estuviera hablando de ellos. Uno le susurra al oído al que tiene al lado, otro se acomoda una pulserita roja, Astiz hojea El Proceso, de Franz Kafka, el libro que lleva consigo cuando no lleva Volver a matar, del filo-nazi y ex SIDE Juan Bautista “Tata” Yofre, mientras su hermana, en la bandeja superior, junto a los familiares de los represores, muestra en la falda la Breve historia de los argentinos de Félix Luna.
La lectura de los casos que involucran al canciller de la dictadura entre 1977 y 1978 continuó con el horror sufrido por Santiago Lennie, su mujer Nilva Berta Zucarino y la hija de ambos, Sandra, de 17 años, secuestrados de su casa en City Bell el 16 de enero de 1977 y conducidos a la ESMA donde se los torturó para obligarlos a proporcionar información. A Santiago y Nilva, incluso, los hicieron presenciar los tormentos contra Sandra, picaneada, desnuda, su padre gritando que por favor lo torturaran a él y su madre implorando que no le sacaran la capucha, que no podía ver semejante escena.
Como el caso de los Lennie, liberados bajo vigilancia el 9 de febrero de 1977, luego de perder todos sus bienes a manos de los represores –casa, vajilla, electrodomésticos, el Dodge Polara de la familia en el cual fueron trasladados a la ESMA–, la lectura siguió con otros legajos repletos de testimonios en contra de Montes y del resto de los miembros de la patota de la Marina.
Ya en el tramo referido a la calificación legal de los crímenes atribuidos a los imputados, se citó el caso de Adolf Eichmann, “el hombre de atrás”, es decir quien tiene el dominio del hecho sin ser su ejecutor. El ex vicealmirante Montes, a simple vista un anciano debilitado que llega a la sala en silla de ruedas (según su hija María Alejandra Montes "padece artrosis avanzada"), fue también ese hombre de atrás.