Hace doce meses, luego de dos años de juicio oral, finalmente se conoció la sentencia contra los represores de la Esma. Hubo 12 cadenas perpetuas y dos
absoluciones. Los abogados de Abuelas dan su opinión sobre el veredicto.
Después de dos años de recabar pruebas y presenciar testimonios
desgarradores y reparadores, el tribunal Oral Federal N° 5 dictó la sentencia
del histórico juicio a los represores de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Doce de los
18 represores a prisión perpetua por privación ilegal de la libertad y
tormentos agravados y homicidios.
“En este juicio se cumplieron las expectativas e incluso se superaron”,
asegura el abogado de Abuelas Agustín Chit. Las penas fueron por secuestros,
torturas, homicidios y robos de bienes cometidos contra 86 víctimas. Dos de los
imputados, Juan Carlos Rolón y Pablo García Velasco, fueron absueltos pero seguirán
en la cárcel mientras se sustancian otras causas. Otros cuatro fueron
condenados a penas de entre 18 y 25 años de prisión.
“En el alegato sostuvimos
que había elementos como para identificarlos como autores, tanto a Rolón como a
García Velazco, y como miembros del grupo de tareas de la patota que asesinó a
Rodolfo Walsh. Eso no lo consideró así el Tribunal, vamos a ver los fundamentos
que dan el 26 de diciembre, pero por lo pronto no tuvo por probados los hechos
respecto de esos imputados”.
El Tribunal tenía antecedentes que despertaban inquietud desde el
comienzo del debate oral. Con sólo un integrante distinto, había absuelto a
tres de los cinco acusados en el último juicio a los ex jefes de Área. Además,
hace cuatro años no pudo garantizar la seguridad del ex prefecto Héctor Febres,
que murió aparentemente envenenado en prisión antes de escuchar su sentencia.
El coordinador del área jurídica de Abuelas, Alan Iud, sostiene que “cuando
se hace un balance de este proceso no se puede dejar de mencionar el juicio a
Febres”. “Fue el primero por la
ESMA y fue bochornoso, porque se hizo un juicio enorme, que
duró muchos meses, para acusar a un solo represor por cuatro hechos, cuando
podía ser imputado por muchos más casos, por los cuales también tenían que ser
imputados otros represores que fueron condenados ahora en este juicio. Y,
encima, aquel juicio no pudo concluir porque apareció muerto en su celda de
privilegio un día antes”.
Desde todos los
organismos de derechos humanos se reconoce un avance. “Fue muchísimo lo que se
consiguió. Se trata de doce condenas a cadena perpetua”, dice Chit. Entre
los reos se encuentran figuras emblemáticas como Jorge el “Tigre” Acosta, el jefe
operativo, Antonio Pernías, Ricardo Cavallo, Jorge Radice, Oscar Montes y
Alfredo Astiz.
Las penas a perpetua incluyeron las acusaciones por los homicidios de los
12 integrantes del Grupo de la
Iglesia Santa Cruz, entre los que estaban Azucena Villaflor,
las primeras Madres de Plaza de Mayo y las monjas francesas Alice Domon y
Léonie Duquet. Y seis de las 12 condenas sumaron la acusación por la privación
ilegal de la libertad, tormentos, robo de bienes y el homicidio de Rodolfo
Walsh, en una decisión inédita del Tribunal, ya que pudo comprobarse su
homicidio a partir de los testimonios y a pesar de la desaparición de sus
restos.
“El escenario para
nosotros era bastante desfavorable en términos de que la jurisprudencia del
tribunal era difícil –repasa Chit– porque había habido muchas absoluciones de
este Tribunal en otros juicios. Esperábamos menos. Eso levanta mucho el piso de
las condenas, más allá de que hubo dos absoluciones. En los demás, esperábamos
menos. Aunque con relación a otros imputados se había pedido más. Por ejemplo,
en el caso de (Antonio) Azic se habían solicitado 25 años y le dieron 18. Pero la
sentencia tuvo puntos que son muy importantes más allá de las condenas en
particular”. “Uno de
ellos es insistir con el tratamiento independiente y separado de las causas de
violencia sexual, tomándolas como un delito autónomo, no solamente como parte
de lo que es el tormento, sino como un delito autónomo”.
A la lectura de la sentencia asistieron familiares y víctimas, quienes desplegaron
fotos y carteles con las caras y los nombres de los desaparecidos. Una vez
leída la sentencia, mientras los condenados se retiraban con las manos
esposadas, los despidieron con el la consigna “¡Treinta mil compañeros
desaparecidos, presentes, ahora y siempre!”. En la lectura estuvieron presentes
las Abuelas de Plaza de Mayo Estela Carlotto y Rosa Roisinblit; las Madres de
Plaza de Mayo Línea Fundadora Nora Cortiñas y Laura Conte; el secretario de
Derechos Humanos de la Nación ,
Eduardo Luis Duhalde; el diputado Julio Piumato; el presidente del CELS,
Horacio Verbitsky; Cecilia de Vincenti, la hija de Azucena Villaflor; Ana
María, Mabel y Esther, las hijas de Esther Carega del grupo de la Santa Cruz ; Lilia
Ferreyra y Jorge Pinedo, el ex marido de Patricia Walsh; los sobrevivientes
Graciela Daleo y Carlos Lordkipanidse, y las sobrinas de Léonie Duquet que
llegaron por primera vez a la
Argentina desde Francia para escuchar la sentencia.
“El juicio de la ESMA
fue muy importante porque si bien ya existieron juicios donde había muchos
imputados tuvo la particularidad de que la mayoría de los imputados eran
torturadores, ellos mismos represores”, afirma Iud. La titular de Abuelas,
Estela de Carlotto, celebró el fallo: “Sentimos la satisfacción de salir de los
tribunales sabiendo que esos asesinos van a pagar su culpa como merecen.
Salimos de ahí eufóricos. Fue como un triunfo del bien sobre el mal”.
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